Una lengua inquieta es una lengua
muerta. Revindicar los actos anónimos y darles humanidad es el más grande
pecado de los niñxs salvajes de las esquinas. El ego (más allá del ego
entendido desde la mirada metafísica de Stirner), nos hará caer las mil
penurias y los delirios más paranoides de los verdugos y esbirros de los más
oscuros aparatos de opresión y vigilancia social.
¿Cuántos ya han sido los que por
estirar la lengua más allá de lo permitido, han terminado rasguñando los
adoquines húmedos de los bastiones de Can cerbero?
Can cerbero adora a los héroes
con nombres, adora las individualidades, le fascina a los que salen de la
sombra para plasmar sus anécdotas en el firmamento, le encanta embriagarse con
la sangre simplona.
Una vida eterna en las Sombras o
un mezquino reconocimiento…
Escrito por Nihil Ranciere