Desde los comienzos de la
sociedad industrial (incluso desde muchos siglos antes), tanto la sociedad
misma, como los individuos que la componen, han sistemáticamente naturalizado
acciones, actitudes y “tradiciones” antinatura, y opresoras. A tal punto han llegado
estas conductas que inconscientemente las aceptamos y las validamos sin tener
en lo más mínimo una actitud crítica hacía estas.
La paternidad, crianza de hijxs y
las conductas derivadas de estás se ven de manera Natural, pocas veces ha sido
cuestionada, pasando por alto las atrocidades que se cometen.
¿Acaso no es el padre un
mini-estado? Él es quién aprueba las conductas del infante. Él va formando al
pequeño en un adulto que cumpla con los requerimientos sociales que el sistema necesita.
Él es el tutor del pequeñx hasta que es apto para producir capital, en ese
entonces pasa a ser propiedad del Padre-Estado mayor.
¿Qué sucede si el pequeñx no
logra adaptarse a la sociedad? ¿Qué pasa si el pequeñx tiene conductas no
aprobadas por la sociedad? Si el infante dice algo indebido, obviamente será
castigado por los padres, algo no muy diferentes con los revoltosos mayores de
la sociedad, que por hacer ruido y exponer las injusticias en las que estamos
sumergidos, son castigados y reprimidos por el “Padre Mayor”, pero la pequeña
diferencia que estos revoltoso pararan en la Cárcel o derechamente muertos,
mientras que el niñx recibirá golpes o un castigo en su cuarto (castigo no muy
diferente a la cárcel).
Los padres y los “Padre Mayor”,
necesitan sujetos serviles y dóciles, ellos premian la sumisión, siempre
necesitan esclavos. No les interesan los individuos libres que con el fuego de
su alma flameando regocijo.
Lamentablemente, como he dicho
anteriormente los padres sistemáticamente han naturalizado estás conductas
sobre sus hijxs (no me cabe duda que lo hagan inconscientemente, nunca querrían
hacer un daño al hijx), si dieran el tiempo de analizar y cuestionar sus conductas
tiránicas, no dudarían en cambiarlas para potenciar la imaginación y libertad
del pequeñx.