Miguel Ramos, editor de “Afirmación”, había
tenido que exiliarse de Argentina luego del golpe de estado del general Uriburu
en septiembre de 1930. Ramos fue uno de los grandes defensores de la
expropiación y de la lucha armada.
Briand era el seudónimo que utilizó Severino
di Giovanni para firmar el artículo. Definido como un “agitador italiano que
profesaba un anarquismo antiorganizativo y violento” por la prensa, Severino
era uno de los representantes más activos de las ideas anarquistas
expropiadoras en la zona del Río de la Plata. Nacido en Italia, Severino se
había exiliado en 1923 tras del ascenso de Mussolini al poder. Era un
individualista que formaba grupos con anarquistas de acción, es decir no se
trataba de alguien contrario a la organización en si misma, sino que se oponía
a un tipo de orgánica. También se enfrentó a la publicación anarquista “La
Protesta”, contraria a la violencia armada y a favor del trabajo de propaganda
y la acción sindical legal. Las diferencias llegaron a tal punto que años más
tarde Di Giovanni (o algún compañero de su entorno) ajustició a Emilio López
Arango en 1929, director del diario “La Protesta”, periódico cuyos cabecillas
-Arango y Diego Abad de Santillán- se habían ensañado en una campaña de
calumnias contra los anarquistas revolucionarios. El gobierno de Uriburu le
aplicó a Severino la ley marcial, tras arrestarlo luego de una serie de
acciones directas contra la dictadura burguesa en uniforme militar, y lo fusiló
en la Penitenciaria Nacional, junto al compañero Paulino Scarfó en 1931. El
Estado de Argentina se vengó así de estos dos revolucionarios, los cuales no se
doblegaron ni en los momentos finales frente al pelotón de fusilamiento.
POR QUÉ PUBLICAR HOY A SEVERINO DI GIOVANNI
Las primeras décadas del siglo XX estuvieron
marcadas en el mundo por una gran agitación social, producto de cambios estructurales,
guerras imperialistas y de la consolidación de una clase proletaria cada vez
más fuerte y que desarrollaba a vasta escala su asociacionismo. Entonces la
revolución social era un proyecto tangible y urgente (2). Las discusiones se
centraban en las formas de acción del proletariado y en cómo se desencadenaría
el proceso revolucionario. Años muy marcados por las ideas anarquistas.
La corriente anarquista comportó diferentes
tendencias. Algunas de ellas fueron las de los anarcosindicalistas, anarquistas
expropiadores, anarquistas pro-bolcheviques, pacifistas, educacionistas entre
otros. Las diferencias llegaban a ser abismales entre estos grupos y sus
disputas solían ser violentas. Un ejemplo de esto fue el ajusticiamiento de
López Arango, adjudicado a Severino. Y muy esclarecedores fueron los atentados
de “La Protesta” contra el periódico “Pampa Libre” ( con muertos y heridos ),
pues “La Protesta” siempre se opuso a los vengadores y expropiadores y a las
formas de lucha radicales. Como siempre, los pacifistas nunca han tenido
problemas con usar la violencia contra los sectores díscolos y contra los
revolucionarios.
Pero más allá de estas divergencias internas,
que expresan una profunda diferencia de clase dentro del propio movimiento
anarquista, Severino fue uno de los revolucionarios más importantes de la
época. Según un compañero « la discusión sobre la expropiación siempre fue
planteada dentro del movimiento proletario y, en particular, entre los
autodenominados anarquistas. Lo importante de este texto es la claridad con la
que se denuncia el mito del trabajo y se reivindica el accionar de los
expropiadores (….) El autor de nuestro texto nunca condena la expropiación, ni
tampoco la expropiación individual, sino que la reivindica abiertamente, denunciando
a todos aquellos que decían que hay que esperar que las masas se rebelen, y
hasta entonces agachar el lomo. E incluso está de acuerdo con la expropiación
per se (…), aunque considera que en estos casos no se puede pedir la
solidaridad del movimiento anarquista en general. Y ello se dice porque los
Abad de Santillán y compañía acusaban a los expropiadores de vivir de esos
fondos y de pasárselos a presos, para los cuales no se habían recaudado (3).
Todo esto para decir que el problema de la expropiación siempre ha sido una
discusión clave dentro del movimiento proletario». Efectivamente, las ideas de
Di Giovanni resultan aún más interesantes si consideramos que se trataba de una
época que vivía también una constante apología del trabajo, idea defendida
tanto por los gobiernos nacionalistas, populistas, como por el estalinismo; los
cuales no sólo cantaban las supuestas glorias del trabajo, sino que sancionaban
su obligatoriedad con el terrorismo de estado. Son los años de inicio del
nazismo y también de los Frentes Populares.
La práctica de Severino se puede sintetizar en
los siguientes planteamientos: Discurso contra el trabajo asalariado y el
Estado; a favor de la expropiación; internacionalista; que hace referencia
constante al proletariado y no sólo a los individuos; fuerte discurso anti URSS
y anti bolchevique; y que tuvo la lucidez de ser crítico y de estar en contra
de los “anarquistas” moderados, los que al final son sólo una sección más de la
socialdemocracia (4). Además defendía la idea de un paso inmediato al comunismo,
y a favor de la lucha armada y de acciones individuales contra el Estado
(sabotajes, liberación de presos por la fuerza, piquetes de huelga, etcétera).
Para Severino ya habían sectores
revolucionarios que estaban listos para actuar, mientras otros grupos
sustentaban que había que seguir acumulando fuerzas y esperando que se dieran
las condiciones para la revolución. Di Giovanni criticaba abiertamente la idea
de que la lucha más violenta sólo podía iniciarse una vez desencadena la
revolución, momento en el que el conjunto de la clase proletaria está lista
para lanzar la insurrección armada.
Según él la revolución es un acto colectivo,
pero es un proceso que requiere de un cambio cultural de largo plazo, que
trasciende la vida de un hombre; por eso afirmaba que «no tenemos más que una
vida y ésta se precipita hacia su fin con la rapidez del relámpago. La
existencia del hombre con relación al tiempo no es verdaderamente más que un
instante fugaz. Si se nos esfuma este instante, si no sabemos extraerle el jugo
que en forma de alegria nos puede dar, nuestra existencia es vana y
desperidiciamos una vida de cuya pérdida no nos resarcirá la humanidad. Por lo
tanto, es hoy cuando debemos vivir, no mañana. Es hoy cuando tenemos derecho a
nuestra parte de placeres, y lo que hoy perdemos el mañana no nos lo puede
restituir : está definitivamente perdido. Por eso es que hoy queremos gozar
nuestra parte de bienes, es que hoy deseamos ser felices (….) No hay, por lo
tanto, felicidad posible para el trabajador que durante toda su vida está
ocupado en resolver el terrible problema del hambre »
Severino y el grupo dentro del
que estaba organizado fue un polo de agrupación de revolucionarios con una
verdadera práctica internacionalista. Desde la composición del grupo (militantes
de Italia, Argentina, Chile y Uruguay) hasta los contactos que mantuvieron con
revistas de Nueva York, Francia y con los anarquistas de Montevideo dan prueba
de esa práctica internacionalista que desarrolló el colectivo del « perturbador
» italiano. Sin etiquetarse bajo ningún nombre, esta fracción del proletariado
editó varios periódicos revolucionarios como Anarchia y Cúlmine, además de la
labor editorial de algunos libros desarrollada por el propio Severino.
Dentro de los varios grupos llamados obreros
autónomos de esos años en la zona del Río de la Plata, que reivindicaban la
lucha frontal, la acción directa, quizás Severino fue uno de los exponentes más
espectaculares. Sus acciones y su discurso tuvieron mucha repercusión en otros
grupos, y causó particularmente mucha simpatía entre los insurreccionalistas de
Nueva York, nucleados en el ya nombrado periódico “L’Aldunata dei Refrattari”,
quienes le dedicaron un emotivo número a los compañeros Severino y Paulino
Scarfó tras sus fusilamientos.
LA SUPUESTA NOVEDAD DEL INSURRECCIONALISMO Y
LA AUTONOMÍA
La práctica de Severino, Miguel Arcángel
Roscigna (5) y de otros revolucionarios de la época, incluyendo a algunos más
antiguos como los mártires de Chicago demuestran que el insurreccionalismo es una
tendencia histórica dentro del anarquismo y no una novedad de la recién pasada
década de los noventa. Muchos compañeros están convencidos de que el
insurreccionalismo es una corriente recién salida de Italia y España… Y la
presentan como una moda novedosa contra las « viejas » teorías del movimiento
revolucionario. En el afán de producir nuevas mercancías y modas más frescas,
algunos llegan a negar la continuidad histórica de la lucha de nuestra clase,
cuestión que niega a la clase misma. Afirmaciones nefastas que por supuesto
nunca han hecho los compañeros que luchan contra el Estado y el capital, muchos
de los cuales están hoy en las cárceles de las democracias europeas (Italia,
Grecia, España, Francia). Y siempre los compañeros más claros dentro del proletariado
han sabido ir a contracorriente de las modas intelectuales burguesas, y han
reafirmado la consciencia de la continuidad histórica de la lucha de los
oprimidos.
PERONISTA LIBERTARIO: BAYER
No podemos terminar esta breve nota
introductoria sin dejar de criticar las aseveraciones del peronista libertario
Osvaldo Bayer, uno de los más conocidos intelectuales que ha escrito sobre
Severino y los expropiadores. Este autor ha presentado a Di Giovanni como un
luchador antifascista, un romántico y un supuesto idealista de la violencia,
vaciando de todo contenido de clase las afirmaciones programáticas de este
compañero contra el Estado (sea democrático o fascista) y contra la apología
del trabajo reinante en la época, así como también en la nuestra. Sacándolo del
contexto de la álgida lucha de clases de las primeras décadas del siglo XX, la
que en varios países se manifestó como una guerra civil abierta. Flaco favor le
hace a las luchas proletarias este “pensador libertario”, al banalizar de esta
manera a los anarquistas expropiadores que hacían temblar con su decisión y su
audacia al Estado y al Capital en la región del Río de la Plata, combatiendo
por la revolución mundial.
En todo caso, no se le puede pedir otra cosa a
todo el ejército de los escritores asalariados, ni siquiera a esas “estrellas”
que pueden brillar un poco más en el oscuro firmamento de la sociedad del
espectáculo.
« No productores, es cierto, pero
no cómplices. No productores, sí; ladrones si queréis – si vuestra poltroneria
tiene necesidad de otra ruindad para consolarse, – pero no esclavos. Desde hoy,
cara a cara, mostrando los dientes al enemigo. Desde hoy, temidos y no
humillados. Desde hoy, en estado de guerra contra la sociedad burguesa. Todo,
en el actual mundo capitalista, es indignidad y delito; todo nos da vergüenza,
todo nos causa náuseas, nos da asco. Se produce, se sufre y se muere como un
perro. Dejad, al menos, al individuo la libertad de vivir dignamente o de morir
como hombre, si vosotros queréis agonizar en esclavitud »
Severino Di Giovanni
NOTAS:
1) La revista Afirmación se publicaba antes en
Buenos Aires.
2) No es que hoy la revolución social no sea
una cuestión urgente para la propia sobrevivencia de la especie humana y de la
naturaleza, sino que en esos años, como en cada orgasmo
histórico-insurreccional, vastas franjas del proletariado la captaban como una
tarea a la orden del día.
3) Abad de Santillán y los “anarquistas” de La
Protesta hacían una diferencia entre los anarquistas « buenos » y los
expropiadores, a los que acusaban de ser meros delincuentes comunes.
Afirmaciones que están impregnadas de la ideología burguesa predominante.
4) Para que quede nítidamente claro: no
estamos hablando de meros matices o diferencias dentro de la llamada “familia
anarquista”, sino de posiciones antagónicas entre sectores revolucionarios y
expresiones socialdemócratas. Por un lado, estaban los proletarios combativos
nucleados en periódicos como “La Antorcha”, o en sectores del Forismo, o en los
grupos de los expropiadores; y del otro lado de la barricada estaban los
“anarquistas” que difundían posiciones y organizaban prácticas legalistas, sindicalistas
y educacionistas, domesticando al proletariado dentro de los marcos del Estado.
Un ejemplo palmario de estas posiciones nefastas, contrarrevolucionarias, fue
Abad de Santillán, quien luego preconizó e impulsó el frentepopulismo en España
durante la guerra civil de 1936-1939, atando a vastos sectores de la clase
explotada a la fracción democrática de la burguesía.
5) Uno de los expropiadores más destacados del
Río de la Plata en la década de los 30, y que fue detenido y desaparecido por
el Estado.
FUENTE: HOMMODOLARS