La vida es la única verdad real, vivirla es nuestro destino,
mostrarla desnuda es nuestro único deber.
Yo no quiero que nadie me presente: Biófílo presenta a
Panclasta.
Los colombianos somos en otra tierra parias del derecho.
Ocultar un prisionero es como ocultar una chispa.
Lo que se le arroje para esconderla, con el tiempo, que todo lo seca, solo
servirá de combustible.
Yo no soy un anarquista, yo soy yo.
No dejo una religión por otra, un partido por otro, un sacrificio por otro.
Yo soy un espíritu liberado, egoísta. Yo obro como yo siento. Yo no tengo más
causa que la mía.
Me repugna tanto gobernar como ser gobernado; cada hombre
debe ser su camino; ni sigo a nadie y no quiero que nadie me siga.
Mi lucha por la libertad, no es sino la pasión por la
libertad.
Mi amor hacia todo lo que tiene vida no es sino un sentimiento de placer,
reflejo prolongado hacia el infinito.
Mi odio a los tiranos no es sino el desarrollo mentalizado del instinto de
defensa por la conservación.
Por eso he obrado siempre como he sentido.
No creo ni afirmo nada. Vivo.
Obedezco a la fatalidad, obro con ella y la ayudo.
¿Podré ser propagandista cuando me falta la fe?
En consecuencia, yo no propongo nada.
Vengo de todas y de ninguna parte.
Solo puedo decirle que vengo del mundo.
Soy como el sándalo: perfumo el hacha que me hiere.
La critica no es sino la comparación de gustos.
Dos seres de igual naturaleza al juntarse crecen en cantidad
pero no en esencia.
Y el alma es cabalmente eso: una esencia eternamente renovada.
El amor es fuego y el fuego devora lo que quiere ocultarlo.
El día en que la vida deje de serme fiel, la destruyo.
Cualquier mujer, afirman los ginecólogos, es siempre mejor
que la propia.
Los pueblos como los hombres tienen letargos enervantes;
pero las noches no son eternas ni en las regiones polares, y tras toda noche
nace una aurora.
Más vale un hecho que cien mil derechos.
No obstante mi independencia considero que debo libertarme
de los tormentos que me afligen.
Por última vez y al borde de la tumba niego la existencia de Dios.
Las noches no son eternas.
El dolor es quizá más inconstante que el placer, porque éste podemos
artificiarlo y aquel no.
Me repugnan los seres que se quejan.
Quejarse es declararse débil.
La grandeza no está en las cosas, sino en el individuo.
Yo no aspiro a la presidencia de la República pero me
defiendo de quien a son de ese título quiera dominarme.
Yo no transijo con las pequeñas debilidades.
No tengáis deberes. Dejad esa tarea a los moralistas.
La revolución social es un gran grito de dolor.
Es la queja de cien siglos de ignominia.
El amor no es otra cosa que la comunicación inconsciente de
la vida.
Una idea no es sino la resultante de dos extremos absolutos
que chocan. La chispa de dos nubes que se encuentran.
Ser grande es ser todo. El hombre puede ser todo.
Unirse es agigantarse. Comunicarse es fundirse.
La vida es una especie de agradecimiento mutuo.
Sentirse solo es sentirse inútil.
Los revolucionarios son vengadores casi siempre
inconscientes.
Ser perseguido es ser temido.
Ser maestro es ser tirano.
Yo aún bajo paredes me creo y soy libre.
La revolución soy yo.
Por Biófilo Panclasta