¿POR QUÉ NOS MISTIFICAN?

Publicado el 06 febrero 2014

¿Qué guerra es mas vil y miserable que aquella de lanzar invectivas y mistificar un ideal sin conocerlo? ¿Sin embargo esta arma cobarde alevosa bien sabe la burguesía dominante usarla?
¿Cuántas veces leemos en periódicos prostituidos calificar la palabra Anarquía como desorden y destrucción?
 Que amargo pensamiento se desarrolla en nosotros, partidarios de ese noble ideal, viéndolo  así despreciado por un grupo de farsantes escribientes vendidos al que mejor les pague la ponzoña de su venenosa pluma, lanzándose como aves de rapiña sobre nosotros que seguimos un ideal que a ellos no cuadra porque no tienen campo suficiente para su ambición y egoísmo personal y nos combaten llamándonos utopistas, incendiarios y etc., etc.
Y es de este modo que ellos derraman a su alrededor la asquerosa baba, que a veces recojida* por obreros inconcientes  hacen eco a los periódicos burgueses, creyéndonos malhechores, seres dañosos a la socidad*.
Nó, no es con desconfianza que vosotros hombres de corazón teneis que mirarnos; somos trabajadores como vosotros; nosotros también estamos obligados a trabajar dia y noche para proporcionar un pedazo de pan a nuestra familia.
No somos vagabundo, porque un anárquico no puede serlo; mas somos seres que comprendemos la cuestión social.
Las horas robadas al descanso, al sueño, a la tranquilidad, dedicándolas al estudio nos hace notar todas las injusticias e infamias humanas. Obligándonos a buscar un eficaz remedio.
¿No es tal vez cierto que no se vive como se debía vivir?¿No es cierto que la existencia para nosotros es triste?
¿Qué pago nos da la sociedad presente que trabajamos por ella?
¡Nada!
Miseria, hambre, degradación es lo que nos obligan legar a nuestros hijos.
¿Y por qué? Porque la sociedad, como hemos dicho, está basada sobre el interés, sobre el egoísmo personal, aquí teneis burgueses porque somos rebeldes, porque somos revolucionarios, porque somos Anárquicos.
Nosotros anarquistas no propagamos desorden porque somos los primeros en combatirlo, mas al hacer propaganda de nuestras ideas es porque estamos seguros que tiene que llegar el día que se predice, porque se impondrá de por si por que marca el camino del progreso y de la civilización.
La palabra anarquía quiere decir pueblo sin gobierno, o sea  pueblo que se gobierna por si, con la razón y buen sentido.
Será utopía hoi*, mas cierta realidad mañana, consultemos la historia y observemos el camino humano; es cierto que a los primeros tiempos nada se conocía de las ciencias actuales? Bien si a los primeros habitantes se les hubiera predicho el progreso de hoi*, de la fuerza náutica-dinamo eléctrica, ¿Qué hubieran contestado? Cierto, con burlas y risas, calificándoos de locos.
Cierto que no pensando más que si pasado y al presente, no curándose del futuro, hubieran quedado incrédulos porque era predicción más grande para sus pequeños cerebros. Así es nuestro ideal. Así como como el progreso trajo la ciencia, la ciencia tiene que traer la anarquía.
Las intelijencias* se desarrollan, las ideas se hace más claras, ahuyentando las viejas para dar lugar a la nuevas, el ser humano se fataliza.
No somos nosotros que hacemos la anarquía, es la anarquía que hace a nosotros. Cansado de sufrimientos, encontrados odiosos el actual sistema. Entonces nos volvemos revolucionarios procurando anticipar lo más pronto posible la deseada hora.
El ser humano tiene todavía que perfeccionarse.
Hoi* el hombre cree haber llegado a la cúspid de su perfección, y no lo es, porque por hombre entendemos un ser dueño de sí mismo, humanitario, sin ambición, sin egoísmo personal.
Es cierto que ese perfeccionamiento tendrá que recibirlo, y bien pronto producido por ese cataclismo que llamase revolución social.
No es con el ánimo del sanguinario que nosotros esperamos ese día.
Nó! Bien se quisiera que la cuestión social se desarrollara de por sí, mas es inútil hacerse ilusiones, la transformación social no puede suceder con una tranquila evolución, nó, demasiado carcomida está la base del edificio actual el cual forzosamente tiene que desplomarse por medio de la revolución.
La ciencia produciendo cada día nuevas invenciones, perfecciona multiplicando la facilidad de la producción abandonando en consecuencia el obrero porque no puede competir a la fuerza y lijereza* de la de la máquina.
Los almacenes se llenan cada día más de elementos que el obrero no puede consumir porque no tiene como comprarlos.
El capitalista por deshacerse de sus mercaderías las rebaja a los precios que ellas, obligado por otro capitalista que por interés le hace la competencia y de este modo el que tiene fuerza gana, y el que no, perdiendo sus capitales va a engrosar las filas de los miserables, de los hambrientos.
¿No es cierto tal vez que el obrero con esto no gana nada?
No, porque a él le viene aumentado el trabajo, rebajado el salario si él quiere hacer competencia a las máquinas.
Nó nos hagamos ilusiones, la lucha es más cercana de aquel que se cree que ya existe algo mas del principio del grande movimiento revolucionario, ¿qién* seria aquel utopista que quisiera negarlo?
En todas partes suena el himno del despertar, en todas partes se lanza el gripo de unión, para defenderse y atacar; los centros obreros de las grandes ciudades amenazan y se levantan. Triste será para el culpable aquel día: mas ese día será el bienvenido porque señalará una buena era a la faz del mundo.

Cuando venga estirpada* la asquerosa podredumbre de la actual sociedad cuando con sangre limpiemos el baldon de infamia e ignominia, vengando toda la sangre y lágrimas que han hecho derramar. Entonces se apagarán los odios, porque a la lucha sangrienta sucederá la calma, esa calma rejeneradora*, que ahuyentará todas las infamias, y allá en la luz, que alumbrará al mundo para el bien de la humanidad prediciendo en el provenir.  

El Oprimido, Año 1, Nº2, 1893

*Transcripción original, sin correcciones

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