Entre botellas y vasos

Publicado el 28 septiembre 2014

Hace un par de días, en las usuales conversaciones entre botellas y vasos, había una mosca que volaba a mí alrededor. La mosca era muy molestosa, se posaba en mi nariz, en mi frente, en mis manos, definitivamente, estaba ahí para irritarme. De pronto mientras conversaba con mis humildes parroquianos, me acorde de la mosca, pues ella ya no fastidiaba como antes, por lo que disimuladamente miraba a mi alrededor para buscarla. En el fondo tenía un sentimiento que la extrañaba masoquistamente.


En fin, intente olvidarla, hasta que la vi muerta, ahogada en mi vaso de cerveza. Quizás se suicidó, porque después de reflexionar en la mierda, al igual que nosotros, llegó a la misma conclusión que nosotros. Estamos destinados al fracaso y a la perdición. Quizás también, la mosca no trataba de irritarme, simplemente me estaba avisando del fracaso de la civilización y tomó el camino más rápido para desaparecer, ahogarse en alcohol. Bueno, ahí en el vaso muerto yace un compañero al igual que nosotros, un vulgar y ferviente pesimista autodestructivo.

ACEFALIA
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