Sobredosis

Publicado el 04 octubre 2014

Una noche fatigado, abrí mi refrigerador, como era de esperar, no encontré nada comestible. Excepto una mitad de un limón (que lleva casi el mismo tiempo que yo llevaba gastando oxigeno en el mundo. También tenía una dura mitad de una marraqueta, tan dura como la luma de un paco. Resignado, maldije a dios, a la sociedad, al capitalismo, a mi perro y a mi pobreza. Iba a cerrar la puerta del refrigerador, hasta que vi una caja de leche, revise la fecha de vencimiento. Todo limpio, era bebestible y no un fétido veneno para los hambrientos incautos.

Bebí un par de vasos, mi hambre no se satisfacía. Observé alrededor, pero no había comida. Las paredes no lloran ni pan, ni sopa. Triste caminé hacia mi habitación, hasta que recordé que tenía ibuprofeno, sin meditarlo mucho, busqué y tomé las pastillas, junto a un vaso de leche.

Desperté medio muerto en el piso de mi habitación, intenté levantarme, pero estaba desorientado y mareado, gatee a mi cama y me dije a mi mismo: "Si me muero que sea por un brutal cocktel de pastillas y alcohol, pero nunca, nunca por una miserable sobredosis de una pastilla de ibuprofeno y un par de vasos de leche.

ACEFALIA
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