Antes de comenzar cualquier
verborrea sin sentido o cohesión gramatical, debo hacer una aclaración, TE
NECESITO.
Como era de costumbre, en estos
tiempos de juerga y trances psicotrópicos, esa noche, me encontraba caminando
sin rumbo fijo con G (Lo denominaré G, sea o no, la inicial de su nombre,
quiero que converse su anonimato, para mí, dentro de esta continua tortura que
llaman vida, el anonimato es el bien más preciado que podemos tener, espero eso
es otro tema, al cual no me quiero avocar a vomitar palabrería). Habíamos
bebido un poco de cerveza antes, unas cuantas latas, necesitaba apagar las
llamas de mis pensamientos, me estaban devorando. Mientras caminábamos hablando
de borracheras pasadas, G sacó de su bolsillo un par de pastillas, digo, eran
unas capsulas verdes. Las quedó mirando por un tiempo, sus ojos desorbitados,
esos ojos de borrachos, intentaban comunicarme la maravilla que encerraban esas
capsulas, pero no encontraba palabra alguna para decirlo. Luego de que sus
tambaleantes ojos se concentraran en mí, me dijo: “tómalas, será un buen viaje”.
Lo miré tomé las pastillas, las guardé y le respondí: “¿Es clonazepam?” “¿Cuándo
tengo que tomarlas?”. El vil simio me contesta riendo: “No… no es clonazepam,
no es nada que hayas probado antes… Tú ya sabes cuándo tomarlas”. Levante
cabeza rápidamente y un poco aturdido, y como si fuera por arte de magia me vi
en medio de las luces los edificios del centro de Santiago, sentía como las
ventanas de aquellas pajareras me devoraban. Me despedí de G, él se fue por los
pequeños pasajes que se esparcen entre aquellos edificios, por mi parte fui,
como pude hasta mi casa.
Al día siguiente desperté podrido
por la resaca, tenía que llegar como fuera a trabajar. Al llegar a mi trabajo,
no encontré nada mejor que tomar esas pastillas, “era el momento”, lo sabía, mi
cuerpo lo sabía. Tomé una con un poco de agua, esperé un par de minutos, creo
que fueron unos 15 minutos, pero no hubo efectos. Decepcionado por el viaje que
nunca llegó fui a laburar. En una pausa (podría decir que fue unas dos horas
después de tomar esa capsula), Tomé otra pastilla, al igual que la primera,
esperé un par de minutos, sin que viniera el gran viaje. Volví a lo mío. En
esos momentos quería putear a G, por sus falsas prometas psicotrópicas. Volví a
parar (creo que esta nueva pausa fue a la hora después de tomar la segunda
capsula). Paré para tomar dos pastillas, no podía quedarme ahí lucido, me
resignaba a quedar lucido. Fui a seguir con el trabajo.
Hora de almuerzo. Como era de mi
costumbre, me encontraba sin dinero para comprar algún comestible, por lo que
salí a dar algunas vueltas por el parque y disfrutar del día. Cuando me
encontraba caminando por el parque, se me adormecieron las piernas y los
brazos, la vista se me nublo… Mierda, el viaje viene… tarde pero, llegó. Como
pude me senté en el pasto y me quedé dormido o me desmayé, no lo sé.
Desperté al rato (no sé cuánto tiempo
estuve ahí inconsciente), el despertar fue lo más agradable que tuve, el viaje,
el precioso viaje, ni mil orgasmos anónimos se le comparaban. G nunca me fallas.
Esas pastillas me llevaron a flotar en los mil mares perdidos de los cuentos de
infancia.