El niño mudo

Publicado el 03 mayo 2014

En un país donde la transición a la democracia persiste por más de veinte años, donde las palabras de los ignorantes han durado por más de cuarenta años y peor aun, sus pensamientos se han mantenido con mayor admiración que los de muchos poetas; en un país así, las preguntas de los niños nos parecen acertadas e inocentes.
Era un día jueves, había una gran marcha en el centro de la ciudad, se podían evidenciar muchos lienzos de partidos políticos de izquierda.
Ese día, estaba lloviendo, como si la naturaleza estuviera expulsando a la gente de ese lugar (A la naturaleza no le gustan las cosas a medio hacer).
Fue en ese contexto, que un pequeño que vivía por esos lugares y ya tenía noción sobre las protestas, le pregunta su padre: -¿Qué es eso que gritan aquellos hombres?, ¿qué es la revolución?- El padre, de esencia anarquista, entendía la definición, pero para él, era un concepto operacional y por tanto, esa era una pregunta olvidada (como lo era la pregunta por el ser, según Heidegger, para la humanidad). -Es un cambio total, no lo notas. Es la belleza que hace posible este mundo, el paso de la noche al día, el paso del otoño a la primavera, o si prefieres, del verano al invierno, la destrucción del capullo para la transformación a una mariposa. Si alguien te pregunta, éstas revoluciones, son siempre violentas. Las estrellas no ceden, el frío destruye hasta los más bellos jazmines,  la crisálida asesina al sujeto en bruto.- El pequeño, un tanto intrigado, no parece entender algo básico.- Pero padre, todo eso que me explicaste es muy bello, aunque la 'revolución' que hacen estos hombres me parece todo lo contrario, más bien, me da miedo-. Finalmente, el padre, como si estuviera esperando aquella respuesta, contesta: -Hijo, la revolución jamás se ha gritado, jamás se ha escrito, nunca se han utilizado palabras para conseguirla. La revolución no se escribe, se hace.- Desde ese día, el pequeño no volvió a hablar más.

Insane
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